domingo, 18 de noviembre de 2012

Los Imperdonables.

Título original: Unforgiven
Año: 1992
Dirección: Clint Eastwood


Año 93. Mejor película, mejor director y mejor actor de reparto (Gene Hackman). No me refiero al aval de los Oscars y una especie de “intachable reputación” e incuestionable buen gusto; la estatuilla puede indignar a algunos e incluso “equivocarse” tal vez. Sin embargo hago mención de esto para recalcar lo fácil y obvio de una reseña sobre “Los Imperdonables”, por lo que prefiero llamar a esta nota un humilde homenaje para, lo que en mi opinión, es una de las mejores cintas de todos los tiempos.

Hay muchos westerns clásicos ya conocidos por todos, pero en el caso de esta película, nos encontramos ante oro tipo de historia y tratamiento que se eleva por encima de su propio género.
Estos films han marcado siempre una clara línea que divide al “bueno” del “malo”, sobre todo en los americanos, donde John Wayne no aceptaría disparar a un hombre por la espalda o mostrar una faceta “deshonrosa” y de dudosa reputación. A diferencia de los directores italianos y sus “spaghetti westerns”, sus personajes no son tan estructurados ni derechos. Sus héroes son también anti héroes y utilizarán cualquier medio posible para hacerse con la suya y borrar esa línea divisoria generando personajes tan atractivos desde los dos lados de la misma.
Por supuesto capaces de atinarle a una mosca en pleno vuelo o batir a cuatro tipos al mismo tiempo (siempre de pésima puntería) sin perder la pose o olvidarse de esas frases cool tan propias del género.
Merecido Oscar.
De todas formas no es mi intención detenerme a analizar el género en sí o marcar las diferencias (con algunas excepciones) entre los americanos y los italianos. Como mencioné, mi intención es recalcar lo que hace de “Los Imperdonables” otro tipo de western
Es importante tener en cuenta que un film de este tipo, de haber seguido las reglas básicas de la receta, no hubiese tenido tal repercusión a principio de los 90s. Su estructura estaba en desuso y ya poco atractiva para un público que pareciera conocer de memoria el formato.
Desde el comienzo esta película deja de lado los ingredientes, hasta avanzada la misma, sin determinar claramente los roles de sus personajes. El sheriff no necesariamente es el bueno y los bandidos los malos, sino que cada uno tiene sus métodos y pasados que hace de los personajes tan queribles y humanos al mismo tiempo. Lo que me gusta catalogar como “cowboys con consciencia” y un desarrollo de los mismos que genera un empatía y una verosimilitud soberbiamente plasmada.
No estamos ante pistoleros invencibles, sino tipos ya entrados en edad  buscando corregir y olvidar sus errores mientras se embarcan en una nueva empresa para la cual ya se encuentran bastante oxidados. Fallan en puntería, no son tan hábiles montando a caballo y la vida de un hombre no se vuelve algo tan fácil de arrebatar.
Gigantes.
Tampoco debemos olvidarnos que esto sigue siendo un western y “Los Imperdonables” se ocupa de mantener esto siempre presente con unos escenarios y diseños muy bien logrados y sí, frases cool, pero que conllevan mensajes más allá de lo “lindo” que suenan como: “It’s a hell of a thing killing a man” (es todo un tema matar a un hombre), donde sucede un dialogo sobre la vida y la muerte e inclusive podemos ver a estos “tipos duros” quebrándose y sintiendo miedo.
Sus personajes son memorables, con Gene Hackman retratando a un “malo” excepcional y el desarrollo de la relación entre Clint Eastwood y Morgan Freeman que resaltan lo que es la amistad, el remordimiento y la lealtad de la mano de dos gigantes del cine. También la incursión del ya difunto Richard Harris (más conocido por muchos como “Albus Dumbledore” o “Marcus Aurelius”) donde se refuerza la desmitificación y la estructura del clásico cowboy
Personalmente me fascina ese “volver de una vieja leyenda” ya evolucionada, cansada y alejada de su edad dorada. Al estilo de un Anthony Hopkins haciendo de “viejo Zorro” o un Harrison Ford que regresa en busca de la Calavera de Cristal.
La escena final de esta película deja eso más que claro al mismo tiempo que recalca que los seres humanos somos agentes del cambio, pero que los pilares que conforman nuestra arquitectura rara vez pueden derrumbarse.
Clint Eastwood se ha puesto muy de moda últimamente en su faceta de director (hasta debatible si no es más que su calidad de actor) con cintas como “Río Místico” o “Gran Torino”. Sin embargo, en mi humilde opinión y en este pequeño homenaje, simplemente quería dejar en claro que “Los Imperdonables”  es, y será por siempre, una de mis películas favoritas de todos los tiempos.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Doom (De los videojuegos al cine. Parte 2)

Título original: Doom
Año: 2005
Dirección: Andrzej Bartkowiak


Literalmente la palabra “doom” traducida al español significa “perdición”. Inclusive sin saber esto, su simple pronunciación evoca una sensación similar, como algo nefasto y peligroso.
Haciendo honor a su nombre, ID Software lanzó a comienzo  de los 90’s este título repleto de demonios, zombies y seres repugnantes para la DOS. La historia transcurría en una estación del planeta Marte donde una falla en una puerta interdimensional permitió la entrada de los seres del infierno. El jugador interpretaba al único marine sobreviviente de la catástrofe; avanzando por distintos niveles plagados de estos monstruos y utilizando varios tipos de armamento en su camino.

Clásico.
ID Software ya contaba con “Wolfstein 3D” en su haber, pero el gran logro de “Doom” fue el perfeccionamiento del formato en “primera persona”, siendo considerado hoy en día como el videojuego que sentó las bases de un género que en la actualidad se muestra más popular que nunca con títulos como “Call of Duty” o “Halo”. 
La adaptación al cine es una forma de marketing contemporáneo al “Doom 3” (más considerado un remake que un nuevo capítulo). Sin embargo esta tercera entrega plantea un desarrollo más profundo de la historia y una atmósfera que da tanto énfasis al suspenso como a la acción. La película se toma sus libertades con respecto al juego original y a este último, aunque estos cambios tampoco generan grandes alteraciones y hasta pueden resultar entendibles por la ausencia de desarrollo narrativo que plantea el primero de la saga. Por lo que podríamos decir que esta cinta está inspirada en “Doom” más que tratarse de una adaptación fiel.
Nada en esta película es único, nuevo o soberbio, pero al mismo tiempo, nunca promete algo que no pueda entregar. Tipos rudos, armas y monstruos. Entretenimiento y nada más, aunque pareciera que eso es algo malo, pero no hay mal alguno en tirarse a ver un film que no requiere nada por parte del espectador más que las ganas de distraerse un poco.
Dwayne Johnson (aka “The Rock”) funciona bien su rol por la poca necesidad de matices actorales requeridos y que sabemos que este “actor” no tiene. Fuerza bruta y maquiavelismo a punta de pistola, mientras Karl Urban (el nuevo “Judge Dredd”) presenta la otra cara de la moneda y contribuye al desarrollo de algunas propuestas narrativas de la cinta sobre las diferencias que dividen al hombre “bueno” del “malo”. Ninguno de los dos dignos de un Oscar, pero nada en “Doom” pretende alcanzar una estratósfera que no le corresponde y eso al fin de cuentas le juega a su favor.
Doom 3.
Sobre el final se reproduce una escena en primera persona como extraída directamente del videojuego, aunque carente de sustos y tensión, más bien una pequeña guiñada para los gamers que no tomamos en serio la película, pero se aprecia el esfuerzo. El gran problema es la ausencia de más elementos del juego. Hace falta más doom en la receta, y esta es la peor falla de la película. Nos olvidamos de a momentos en que se basa esta cinta, y si debiéramos adivinar, probablemente nos vendrían a la mente muchos nombres antes que el de “Doom”. Nunca se llega a la acción de la entrega original ni a la tensión de la tercera, por lo que se genera una atmósfera híbrida que poca justicia hace a su materia prima.
Sin embargo, como mencione anteriormente, “Doom” no hace falsas promesas y en su propio esqueleto los personajes y narración consiguen sostenerse por sí solos entregando un film “entretenido” que podría haber sido mucho, mucho peor.

jueves, 11 de octubre de 2012

Dos Hermanas (A Tale of Two Sisters).

Título Original: Janghwa, Hongryeon
Año: 2003
Dirección: Jee-woon Kim


Como ya todos sabemos, cada vez falta menos para el regreso de Schwarzenegger a la pantalla grande en un protagónico. Muchas opiniones y predicciones andan boyando por la web. Pareciera que todos estamos de acuerdo en lo esperado de este regreso y lo cliché y cursi que puede llegar a ser “The Last Stand”, pero al mismo tiempo, realmente no nos importa.
Sin embargo poca atención se le ha prestado al director responsable de comandar este regreso: Jee-woon Kim.
Su nombre quizás no nos suene y tampoco cuenta con una filmografía demasiado extensa, pero ya tiene en su haber un par de joyitas, entre ellas “A Tale of Two Sisters”.
Estrenada en el año 2003, esta película se denota a primera vista como un film de “terror asiático”, aunque sus matices terminan por develar un cuadro que mejor estaría catalogado dentro de un thriller psicológico.
La portada muestra una foto de una familia donde se ven dos chicas jóvenes sentadas en un sofá vistiendo pijamas ensangrentados. Desde aquí la presentación no me genera demasiado y hasta me resulta predecible. Inmediatamente se nos vienen a la cabeza los elementos básicos de este tipo de terror donde sabemos habrá sangre, momentos desagradables, vueltas impredecibles de última hora al estilo “Sexto Sentido” (aunque ya se han vuelto predecibles y agotadas como las cámaras lentas de “Matrix”) y esos fantasmas cruza entre un shinigami y un yokai.
Nuestra protagonista.
Vamos a encontrar varios de estos elementos, pero no excesivos o inútiles, sino que cada pieza en este film calza perfecta con la otra para así dejarnos absolutamente desconcertados. Suena contradictorio, pero una vez completado, debemos tomarnos un momento para ver todas las piezas juntas y darnos cuenta de lo tenebroso, sutil y (quizás) obvio de la imagen completa.
Jee-woon Kim consigue generar un atmósfera que baila entre lo incómodo y lo macabro, pero nunca abusando de lo explícito y manteniendo un suspenso que sostiene a toda la película. Aunque también cuenta con muy buenas actuaciones, gran manejo de cámara y uso de flashbacks bien justificados en una armonía narrativa.
Jee-woon Kim.
Al referirme a “armonía narrativa”, quiero recalcar que los elementos del rompecabezas están ahí, aunque no un orden preciso ni a una velocidad determinada. No simplemente el final revela esa verdad oculta, sino que todo el film provee constantemente pequeños guiños para atar varios cabos.
No se trata de un mundo diferente, una realidad que depende de una pastillita azul o roja o un poder de percepción que el ser humano ordinario no puede alcanzar. Se trata de una realidad que se forma en base a tragedias y sucesos asociados directa e indirectamente con una cotidianidad que nos resulta molesta e incómoda.
Recomiendo no dejarse guiar por el arte de la tapa como mencioné anteriormente. No se trata de una cinta gore ni nada por el estilo. Es un drama con leves gotas de terror y suspenso del bueno.
Me llama la atención que este director ahora tenga en manos el regreso de Arnold. Por un lado el trailer pareciera dar a entender algo que ya podemos prever, pero al mismo tiempo, viendo películas como esta, me pregunto si no tendrá alguna sorpresa para con la vuelta de Mister Olympia.
Mientras tanto les recomiendo vean “A Tale of Two Sisters”. Aunque hoy día no es lo más original y utiliza recursos ya agotados, no por eso deja de estar bien desarrollada y consciente de lo que quiere. Fija su objetivo, apunta, dispara y acierta no muy lejos del blanco; y eso no es poca cosa, cuando sobran ejemplos de directores con armas de millones y millones de dólares y pésima puntería.

lunes, 8 de octubre de 2012

Rec.

Título Original: Rec
Año: 2007
Dirección: Jaume Balagueró/Paco Plazas

Comenzaré por admitir que soy un gran admirador del cine de zombies. Esa atmósfera de espacios cerrados, corredores oscuros, muebles formando barricadas y el instinto humano de supervivencia.
Hay algo en el género que nos atrae. Los años han ramificado el formato clásico en zombies veloces, animalescos, torpes e inteligentes pero siempre conservando esa constante de una amenaza que podríamos vencer, pero nuestras propias limitaciones como seres humanos y el maelstrom de emociones bajo tensión no nos permite organizarnos e inevitable y lentamente iremos cayendo de a uno.
Tarde o temprano caen.
Si bien muchos hoy en día estaríamos más que instruidos y preparados para una amenaza zombie, la historia de los mismos en el cine ha demostrado que tarde o temprano la infección no puede ser contenida y se propaga a nivel mundial. Aquí se puede distinguir dos tipos de cine de zombies: el apocalíptico y el contemporáneo.
El primero se puede definir como una distopía donde somos los humanos la raza en extinción en un mundo donde ya no hay vuelta atrás y cada vez escasean más los recursos. El segundo generalmente se centra en pequeños grupos de personas confinados a un espacio reducido donde la amenaza no ha alcanzado un nivel global, aunque si puede tratarse de toda una ciudad infestada o una película de “outbreak”.
En el 2007 se estrena “Rec”. Película española dirigida por Jaume Balagueró y Paco Plaza, filmada en formato de “falso documental”. Este tipo de films atrae o ahuyenta a varios. Hay algo en ese formato que algunas personas no toleran y otras admiran. En lo personal no soy un fanático de este tipo, aunque no lo rechazo ya que he visto grandes cintas filmadas de esta manera.
La historia sería del tipo “contemporáneo” donde una reportera sigue las actividades diarias de un escuadrón de bomberos que son llamados a un viejo edificio en donde los habitantes se quejaban de los gritos y golpes de una de las vecinas. Lo que parece una visita de rutina termina con el edificio cercado por la GEO y el equipo de “Sanidad”, impidiendo la salida de todos los que se encuentran dentro. Desconcertados y asustados, los protagonistas deberán buscar la forma de salir por sus propios medios al mismo tiempo que intentan entender y defenderse de lo que parece una infección desconocida que transforma a la gente en zombies.
“Rec” no aporta demasiado al género. Se busca hacer una buena película de zombies respetando los ingredientes clásicos reforzados con personajes creíbles, una narración sólida, una atmósfera bien lograda y buenas actuaciones. En este caso el formato de “falso documental” funciona muy bien y suma al todo, agregándole más verosimilitud al relato y empatía con los personajes, al mismo tiempo que eleva la tensión.
Estás un poquito pálida querida.
Por supuesto que no faltan los sustos gratuitos y predecibles. Esos momentos de silencio donde uno ya sabe que al abrir la siguiente puerta va a haber un zombie listo para saltar frente a la cámara, pero este cliché es típico del género y entra en los ingredientes básicos de la receta.
Uno de los mejores puntos que plantea la película, es el darle una explicación al origen de la infección alejada del formato de arma bacteriológica o de laboratorio. Con una escena final que recordaremos por varios días y un “cierre” (aunque el cine de zombies nunca cierra) bastante original y creíble.
Con tantos reciclajes hoy en día y cintas predecibles que surcan la pantalla sin pena ni gloria, “Rec” es una visita obligatoria para cualquier fanático del género y del cine de terror en general. Lo poco que aporta lo logra muy bien y el resto lo respeta sin giros o personajes innecesarios y es un claro ejemplo de que muchas veces menos es más.

lunes, 1 de octubre de 2012

Akira.

Título Original: Akira.
Año: 1988
Dirección: Katsuhiro Otomo



Si les interesa el manga y el animé, o sienten un gusto por la animación en general, sin lugar a dudas habrán escuchado alguna vez el nombre “Akira” o recordarán haber visto en la web o algún otro medio, la imagen de un muchacho de chaqueta roja junto a una motocicleta futurista del mismo color.
El alcance está película ha traspasado fronteras y de alguna forma su título “nos suena” (sin mencionar a Kurosawa), pero no todos la han visto.
Tetsuo.
La premisa de Akira se basa en que los humanos contamos con una energía interior que en mayor medida “duerme” dentro de nosotros y es esta energía la que nos conecta con el resto del universo. Resumido a su raíz no parecería nada que no hayamos escuchado antes, una especie de apología de un Nirvana o Satori, pero a diferencia de estos conceptos de iluminación, este “depertar” está condicionado por las emociones humanas y su uso puede ser tan frágil como destructivo.
Tetsuo es el menor de una banda de motoqueros a quién siempre lo toman por el más débil o incapaz. Aunque querido por sus compañeros, un sentimiento de rechazo e impotencia lo acompaña y una vez que, por accidente, consigue “despertar” busca cobrar su venganza con el mundo sin comprender realmente lo que sucede o los límites a los que podría llevar este poder sin ser consumido por él.
La ciudad de “Neo-Tokyo”(donde transcurre la historia) es una cosmopolita cyberpunk soberbiamente lograda. Gigante con sus recovecos iluminados por los neones de las super corporaciones, mientras reina un caos urbano y los jóvenes atraviesan las calles oscuras en sus motos hacia un futuro decadente y desordenado.
La historia es sumamente sólida y en parte se debe a la agilidad de su narrativa y el desarrollo que tiene sus personajes. No hay mucho trasfondo ni demasiado, dándole a sus protagonistas la dosis justa y necesaria sin llegar nunca a cansarnos.
Neo-Tokyo.
Sin embargo uno de los puntos más memorables de Akira son sus colores, escenarios y la calidad de su animación.
Visualmente Akira es simplemente espectacular, inclusive para los estandartes de hoy en día. Las luces y colores de Neo-Tokyo valen la pena por sí solos así como los movimientos de sus personajes y esas escenas llenas de velocidad que denotan lo minucioso y pulido de cada uno de sus cuadros.
Se podría decir que su estética deja en claro que este film tiene algunos años ya, pero al mismo tiempo, esto es un documento de lo que es una animación de calidad que buscó ser grande desde el primer día y ha comprobado ser algo gigante que se mantiene vigente casi treinta y cinco años después de su estreno.
Algunos de los que gustan abuchear a los 80’s, podrán presentar una queja en cuanto a lo “ochentoso” de su banda sonora, pero no olvidemos que este film vio la luz en 1988 y su música no solamente reafirma la postal de una época sino que acompaña la cinta de forma soberbia dándole un cierre a todos sus componentes.
Lo primero que pienso cuando recuerdo Akira son las palabras “calidad” y “trabajo”. Una obra que deja en claro lo que es “animación de primera de clase” y la cantidad de tiempo y esfuerzo que han puesto en él.
Todos deberíamos ver Akira al menos una vez. No por casualidad sigue siendo un clásico hasta la fecha y no me sorprendería que siguiera siendo excelente de aquí a treinta y cinco años más.

Klaus Kinski (1926-1991).



Días de lluvia. Café, libros, películas y eternas visitas a lugares comunes y otros olvidados en el abanico de lo cotidiano; en un punto muerto con sabor a impertinencia me zambullo en Herzog, en su vampiro y en el hombre detrás de él: Klaus Kinski, el último gran actor del cine alemán.
Pocas colaboraciones han sido tan fructíferas como insoportables. Herzog es grande, Kinski también lo es, pero ambos se volvieron enormes más allá de la pantalla.
Klaus Kinski es ese “maldito genio” al que nos encanta odiar y admirar. Tan macabro como vulnerable, cada una de sus actuaciones te absorbe y sacude mientras de a momentos apartamos nuestras miradas para evitar sus ojos. ¿De dónde proviene esa energía que consigue atormentarnos y enamorarnos al mismo tiempo? Teatro, sexo, Shakespeare, París, celos, lujo, selvas, barcos, dientes e interminables cabalgatas nocturnas.
Aguirre.
Apreciar a Kinski en pantalla es suficiente para disipar cualquier duda en cuanto  a su calidad actoral, pero mi propuesta, para con ustedes lectores, va más allá.
Los invito a descubrir a un ser humano único, un cúmulo de sensaciones e incertidumbres. Donde el amor se vuelve odio y el odio se vuelve una obra maestra. Un ser atormentado por sus propios caprichos, que lo lleva a destruir cuanto tiene, para volver a recomponerlo y así destruirlo nuevamente.  Kinski no actúa, él es. Y aunque pareciera poco novedoso semejante veredicto, su aparición dejaba en claro una genialidad producto de un profundo sufrimiento.
Las duplas exitosas al estilo Burton – Depp, o Scorsese – DiCaprio, no nos son ajenas, más o menos exitosas, siempre respetables pero no siempre geniales. Herzog y Kinski consiguieron algo que pareciera haberse perdido lentamente en el transcurso de la historia. Ese halo de caos y aventura, de sinceridad y desprecio,  la unión de lo natural y lo exótico; han elevado películas como Fitzcarraldo al nivel de lo que se conoce como “cine arte”. Sin embargo a Kinski poco le interesaban esos asuntos, él manifestaba públicamente que su interés era siempre el dinero. Incluso rechazó directores de la talla de Fellini y Truffaut. Pero al mismo tiempo su fama de anti héroe y su conocido mal temperamento lo transformaron en esa ambigüedad que odiamos pero no podemos evitar.
Herzog y Kinski.
Al finalizar su último trabajo en conjunto titulado Cobra Verde (1987), Kinski se acerca a Herzog al terminar la última escena y le dice: “No puedo continuar. He dejado de ser.” Y quizás sea esta la forma en que se despide un genio a quién la inmortalidad ya le es indiferente.
Cuatro años más tarde Kinski muere de un paro cardíaco, no sin antes escribir, producir, dirigir y protagonizar su obra Paganini, la cual merecería un análisis aparte. Bastante material de archivo para el documental “Mein liebster Feind” (1999) donde se retrata la tormentosa relación de estos dos seres.
Recomiendo visiten la filmografía de esta dupla. Sus películas hablan mejor que yo. Y si no han perdido el hábito de la lectura, busquen “Yo necesito amor” la autobiografía (bastante surrealista de a momentos) de Kinski y “La conquista de lo inútil” donde están los apuntes de viaje de Herzog durante el rodaje de Fitzcarraldo

"Me vendo a mí mismo por el precio más alto. Exactamente como una prostituta. No hay diferencia alguna." (Klaus Kinski)

jueves, 20 de septiembre de 2012

Los Caballeros del Zodiaco Omega.

Título original: Saint Seiya Omega
Año: 2012
Estudio: Toei



Desde abril de este 2012, Toei Animation regresa con “Saint Seiya Omega”, serie que supone la continuación del manga original después de los acontecimientos en “La saga de Hades”.
Saori Kido (la reencarnación de Atena) sostiene al pequeño Koga en brazos cuando Marte (enemigo principal y dios de la guerra) se presenta para llevarse a la diosa para así establecer su nuevo orden. Inmediatamente aparece Seiya portando la armadura dorada de Sagitario para proteger a Atena mientras el niño observa asombrado a esta figura poderosa que le hace frente al enemigo.
Han pasado varios años (aunque no especifica cuantos, pero podemos deducir unos veinte aproximadamente) desde la última Guerra Santa con el señor del inframundo. Koga entrena para obtener la armadura de Pegaso, aunque duda de la existencia de Atena y de su deseo de convertirse en caballero. Sin embargo cuando Marte consigue llevarse a Saori sin que él pueda hacer nada, su determinación lo lleva a emprender la búsqueda por rescatar a la que ahora reconoce como la verdadera diosa portando la armadura de Pegaso.
Saori, Koga y Soma.
Sin la participación directa de Masami Kurumada; esta serie presenta una nueva alineación de santos de bronce: Soma  del León Menor, Yuna del Águila (metáfora de liberación quién ya decide no ocultar su rostro como acostumbraban los santos femeninos), Haruto del Lobo, Edén de Orión (hijo de Marte y con sentimientos encontrados) Ryuhou del Dragón (hijo del legendario Shiryu) y Koga de Pegaso.
Para los que nacimos en los ochentas, los santos de bronce originales nunca podrán ser reemplazados, pero el tratamiento que se le da a los nuevos llegados está muy bien logrado y en un contexto que se vuelve creíble y ayuda a asimilar a estas nuevas caras con naturalidad.
Tras las continuas batallas, los viejos santos ya no pertenecen y el Santuario alberga esperanzas en esta nueva generación. Sin embargo uno de los mejores puntos de la series es el rol que se le da a los ahora conocidos como “Santos legendarios”, los viejos héroes, que aparecen eventualmente para ayudar a nuestros protagonistas, pero ya al margen de los acontecimientos actuales.
Algunos otros viejos no tan conocidos ocupan también sus roles en calidad de consejeros o directores de institutos de entrenamiento. Mientras tanto, a excepción de nuestro protagonista, los nuevos caballeros de plata y oro que no reconocen a Saori, defienden a Aria, una muchacha a quién Marte presenta como la verdadera Atena y crea las nuevas doce casas para protegerla de nuestros protagonistas “rebeldes”.
La serie introduce un par de novedades. Las armaduras ahora son portadas en forma de “cristal de armadura” ya sea un colgante o una pulsera y no aquellas viejas y pesadas cajas con las que debían cargar. Las nuevas armaduras conservan la esencia de las originales, pero estilizadas a un formato siglo XXI dando hincapié a la flexibilidad más que al poder. La introducción más grande son los elementos. Al mejor estilo Pokemon o un RPG, cada armadura corresponde a un elemento que sufre ventajas y desventajas frente a los otros, pero al mismo tiempo esto está justificado en la serie como un descubrimiento reciente, e incluso algunos de los viejos guerreros de bronce reconocen no poder manipularlos debidamente, por lo que no consigue profanar horriblemente lo clásico.
El legendario Seiya.
Uno de los argumentos que está muy bien logrado es la relación entre Seiya y Koga. Actualmente se desconoce el paradero del antiguo Pegaso, pero este aparece de a momentos como un ser casi divino que aflora en Koga, una relación metafísica que no aclara si tiene una faceta de reencarnación o la de una relación padre-hijo.
Los diseños de personajes pueden resultar un poco infantiles para algunos, pero la buena calidad de la animación nos hace despreocuparnos sobre ese tema.
Los viejos fanáticos de la serie que no se permiten modificar ningún aspecto deberían alejarse inmediatamente, pero sin prejuicios y abiertos a una nueva propuesta, esta entrega merece una mirada. La música sigue siendo tan buena como las batallas, la historia es sumamente sólida y la nostalgia de encontrarse a los viejos santos de bronce esperando su regreso triunfal nos impulsa a seguir la narración.  Una interesante mirada y un buen comienzo para las generaciones que todavía no saben lo que son los “Meteoros de Pegaso”.