Título original: Mortal Kombat
Año: 1995
Dirección: Paul W. S. Anderson
La historia de los “juegos de lucha” ha
tenido varios hitos o momentos de quiebre que han marcado un antes y un después
en cuanto a historia, personajes, gráficos y ”jugabilidad” se refiere. Son muchos los títulos
que se presentan en la mente de un gamer al
repasar dicho género pero, inevitablemente, hay dos que no pueden ser
excluidos: “Street Fighter 2” y “Mortal Kombat”.
Corría el año 1992 cuando la compañía Midway
inundaba los salones de juegos con su más reciente lanzamiento, que no solo
incluía gráficos “reales” extraídos de la técnica stop motion (cosa que ya había sucedido en ocasiones anteriores
como “Pit Fighter” de Atari, que lejos se encuentra de alcanzar un status de
tal magnitud como MK) sino que contaba con una fluidez e innovación en cuanto a
su “jugabilidad” (desde los golpes altos y bajos, hasta la incorporación de un
botón único para bloquear los ataques de tu oponente) y sus reconocidas “fatalities” que se han
incorporado en el inconsciente colectivo inclusive de aquellos que no son
fanáticos del género.
Vale aclarar que cuando se habla de
“jugabilidad” hacemos referencia a la respuesta de sus comandos y acciones en
tiempo real, y la dinámica que esto le aporta al juego en cuanto a la reacción
de los personajes se refiere. Algo que falló rotundamente en su traslación al
portátil Gameboy Classic y la tardía
respuesta que presentaba el control de sus luchadores.
Rayden, Liu Kang, Kitana, Sonya y Johnny Cage. |
Centrándonos en la adaptación al cine de este
clásico que vio la luz en el año 1995, la pregunta que todos deberíamos
hacernos es: ¿Qué podemos esperar de una película basada en un juego de peleas?
La respuesta es bastante simple si nos reducimos a la base: acción.
Uno no va en busca de grandes planteos
filosóficos, tramas rebuscadas o vueltas de tuerca inesperadas; uno va en busca
de piñas y patadas, y en ese sentido, este film no decepciona, aunque lejos
está de ser una pieza memorable más allá de lo que menciona el título de esta
nota: una adaptación de un videojuego.
Paul W. S. Anderson ha demostrado ser un habitué de este género, que poco aporta
a la historia del cine por las propias limitaciones que este presenta. Su futuro
trajo otras adaptaciones como “Resident Evil” (un clásico de los survival horror) y “Alien vs Predator”
(extraído de los comics). Ambas con varias opiniones encontradas.
“Mortal Kombat” se ha mantenido estable todo
este tiempo ya que sus pretensiones nunca se extralimitaron. Los personajes son
fieles al videojuego (a excepción de algunos casos como el de “Scoprion” y “Sub
Zero” cuya historia podría ser una película en sí; probablemente nos hubiese
desviado de la trama principal del torneo) sin buscar introducir argumentos
narrativos innecesarios ni una sobredosis de personajes que opaquen el
desarrollo de los principales (aunque hay incursiones de algunos de MK2).
Sus actuaciones no son destacables, pero
tampoco resultan insoportables. El gran problema de esta cinta reside en que no
ha logrado “envejecer” bien. Los avances visuales han dado pasos agigantados
desde entonces y hoy en día el esplendor e innovación que mostraban en el año
1995 lejos está de impresionarnos. Cuando se rodó este film, el CGI (Computer Generated Imagery) no era la
moneda frecuente. Aunque debemos respetar sus decorados, diseños y “faceta
artesanal” que no se reduce a un fondo computarizado sobre una pantalla verde. Probablemente
el “Príncipe Goro” sea uno de los últimos grandes personajes animatrónicos del
cine.
Otro punto fuerte del film es su banda
sonora, que acompañaba de forma soberbia el clima del mismo en un momento donde
la música electrónica aún gateaba cuando la comparamos con la actualidad.
GET OVER HERE!!! O te muerde la viborita. |
En síntesis, “Mortal Kombat” sigue siendo una
película entretenida, sin embargo el paso de los años la han desplazado a un
lugar donde solo los fanáticos de la franquicia sabrán apreciarla como es
debido, y siempre nos remontará a un momento de transición en la historia del
cine donde lo escenográfico y “casero” aún no habían sido desplazados por los
universos digitales de hoy en día.
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