Título
original: The call of Cthulhu
Año: 2005
Dirección:
Andrew Leman
A mí entender, no existe nada más misericordioso
en el mundo, que la incapacidad del cerebro humano de relacionar todos sus
contenidos. Vivimos en una tranquila isla de ignorancia en medio de mares
negros e infinitos, pero no fue establecido que pudiéramos llegar muy lejos.
Hasta el momento, las ciencias, cada una orientada en su propia dirección, han
causado poco daño; pero algún día, la reconstrucción de conocimientos dispersos
dará a conocer tan terribles panorámicas de la realidad, y de lo terrorífico
del lugar que ocupamos en ella, que solo podremos enloquecer como consecuencia
de la revelación, o huir de la mortífera luz hacia la paz y la seguridad de una
nueva era de tinieblas.
H.P. Lovecraft
Con un universo de seres
ancestrales y poderosos que van desde lo profundo de los océanos hasta lo vasto
del mundo onírico, habría material de sobra para que una producción a gran
escala tuviera lugar en los pasillos de Hollywood, sin embargo, esto aún no ha
sucedido. Podríamos detenernos a tratar de encontrar un porqué a este asunto,
pero resulta más probable que la respuesta resida en que los “mitos lovecraftianos”
así como su panteón de seres extraordinarios aún no haya alcanzado la
popularidad que el mundo del cine consideraría “rentable”. Son muchos los
fanáticos de este escritor, pero a diferencia de otros títulos llevados a la
pantalla grande como “Harry Potter” y la saga “Crepúsculo”, los cuentos de
Howard Phillips nunca se han convertido en una moda.
Cthulhu Superstar. |
Hasta la fecha, el “director
lovecraftiano” por reiteración es Stuart Gordon. Con films como “Dagon”, “Castillo
Maldito” y “Re-Animator”, siendo esta última la más reconocida por haberse
convertido en una perlita del cine de terror de los ochentas. Aunque ninguna ha
conseguido hacer justicia a los mitos, ni siquiera como un tributo al estilo de
“En la boca del miedo” de John Carpenter.
En el 2005 aparece “La
llamada de Cthulhu”, la única película de Andrew Leman en calidad de director.
Lejos está de ser una gran producción, pero al mismo tiempo, es este factor lo
que la vuelve la mejor cinta extraída de un relato de Lovecraft.
La decisión de hacer de
esta una película muda en blanco y negro (que presenta sus diálogos con textos
sobre placas negras) es quizás su decisión más acertada. Con movimientos y
expresiones sobreactuadas como aquellos de la época insonora del cine, nos
transporta a ese momento de la historia al mismo tiempo que logra captar la
atmósfera y oscuridad del mundo de este escritor.
Las pretensiones de esta película no buscan exceder ni introducir o quitar nada del relato original. Hasta podríamos decir que estamos frente a una de las reproducciones más sinceras y fidedignas que se encuentran en la traslación de la literatura al cine. Sin rellenar esos espacios (que supusimos anteriormente podría necesitar una producción hollywoodense), razón por la cual su duración no llega siquiera a los sesenta minutos.
Considero muy probable
que el futuro nos presente una “superproducción lovecraftiana” con grandes y
brillantes seres generados por computadoras que inviten a llenar las salas de
todo el mundo; pero al mismo tiempo, dudo que ese mismo futuro nos traiga un
esfuerzo artístico tan simple y honesto como lo es este film.
Las pretensiones de esta película no buscan exceder ni introducir o quitar nada del relato original. Hasta podríamos decir que estamos frente a una de las reproducciones más sinceras y fidedignas que se encuentran en la traslación de la literatura al cine. Sin rellenar esos espacios (que supusimos anteriormente podría necesitar una producción hollywoodense), razón por la cual su duración no llega siquiera a los sesenta minutos.
El gran Cthulhu regresará algún día. |
Quizás ese Howard
Phillips exuberante, maquillado y repleto de efectos especiales que a muchos
nos gustaría ver, no sería más que otra gran decepción para los fanáticos de
este escritor.
Al fin de cuentas, quizás
sea mejor que Hollywood no se meta.
buena nota. Me parece que una de las razones que cabe pensar para explicarnos la ausencia de grandes megapelículas (en alcance y calidad, en plan "Blade Runner" con Philip Dick, digamos) basadas en HPL podría ser lo extremadamente "literario" del trabajo de Lovecraft: su textura irremediablemente verbal. Podemos decir que Cthulhu es monstruosamente incomprensible, hediondamente más allá de la capacidad humana de reconocer formas y etcétera etcétera, pero no podemos "filmar" esa descripción sin "bajar" Cthulhu a una cosa tridimensional con forma y textura... y ahí es donde siempre -siempre- nos desilusionamos, incluso con los monstruitos de la excelente -y mencionada por vos- "en la boca de la locura". Lo que pasa en esta película que reseñás es que, genialmente, se emplea un código extra para distanciarnos; no vemos a Cthulhu: vemos a Cthulhu como hubiese sido representado por el cine de los años 30s. Y en ese sentido se evita la desilusión, articulando otro código: el del cine (estamos viendo a Cthulhu en una pantalla) y el de la parodia a cierto tipo de cine (lo vemos como si fuera parte de una película de una época determinda, con ciertos recursos y estéticas datadas). Esa elección es genial, porque pasa por encima la inevitable desilusión y el problema de cómo "representar lo irrepresentable".
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