Año: 1988
Dirección: Katsuhiro Otomo
Si les interesa el manga
y el animé, o sienten un gusto por la animación en general, sin lugar a dudas habrán
escuchado alguna vez el nombre “Akira” o recordarán haber visto en la web o
algún otro medio, la imagen de un muchacho de chaqueta roja junto a una
motocicleta futurista del mismo color.
El alcance está película ha
traspasado fronteras y de alguna forma su título “nos suena” (sin mencionar a
Kurosawa), pero no todos la han visto.
Tetsuo. |
La premisa de Akira se
basa en que los humanos contamos con una energía interior que en mayor medida “duerme”
dentro de nosotros y es esta energía la que nos conecta con el resto del
universo. Resumido a su raíz no parecería nada que no hayamos escuchado antes,
una especie de apología de un Nirvana o Satori, pero a diferencia de estos
conceptos de iluminación, este “depertar” está condicionado por las emociones
humanas y su uso puede ser tan frágil como destructivo.
Tetsuo es el menor de una
banda de motoqueros a quién siempre lo toman por el más débil o incapaz. Aunque
querido por sus compañeros, un sentimiento de rechazo e impotencia lo acompaña
y una vez que, por accidente, consigue “despertar” busca cobrar su venganza con
el mundo sin comprender realmente lo que sucede o los límites a los que podría
llevar este poder sin ser consumido por él.
La ciudad de “Neo-Tokyo”(donde
transcurre la historia) es una cosmopolita cyberpunk
soberbiamente lograda. Gigante con sus recovecos iluminados por los neones de
las super corporaciones, mientras reina un caos urbano y los jóvenes atraviesan
las calles oscuras en sus motos hacia un futuro decadente y desordenado.
La historia es sumamente
sólida y en parte se debe a la agilidad de su narrativa y el desarrollo que
tiene sus personajes. No hay mucho trasfondo ni demasiado, dándole a sus protagonistas la dosis justa y necesaria sin llegar
nunca a cansarnos.
Neo-Tokyo. |
Sin embargo uno de los
puntos más memorables de Akira son sus colores, escenarios y la calidad de su
animación.
Visualmente Akira es
simplemente espectacular, inclusive para los estandartes de hoy en día. Las
luces y colores de Neo-Tokyo valen la pena por sí solos así como los
movimientos de sus personajes y esas escenas llenas de velocidad que denotan lo
minucioso y pulido de cada uno de sus cuadros.
Se podría decir que su
estética deja en claro que este film tiene algunos años ya, pero al mismo
tiempo, esto es un documento de lo que es una animación de calidad que buscó
ser grande desde el primer día y ha comprobado ser algo gigante que se mantiene
vigente casi treinta y cinco años después de su estreno.
Algunos de los que gustan
abuchear a los 80’s, podrán presentar una queja en cuanto a lo “ochentoso” de
su banda sonora, pero no olvidemos que este film vio la luz en 1988 y su música
no solamente reafirma la postal de una época sino que acompaña la cinta de
forma soberbia dándole un cierre a todos sus componentes.
Lo primero que pienso
cuando recuerdo Akira son las palabras “calidad” y “trabajo”. Una obra que deja
en claro lo que es “animación de primera de clase” y la cantidad de tiempo y
esfuerzo que han puesto en él.
Todos deberíamos ver
Akira al menos una vez. No por casualidad sigue siendo un clásico hasta la
fecha y no me sorprendería que siguiera siendo excelente de aquí a treinta y
cinco años más.
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