domingo, 26 de agosto de 2012

Mentiras Verdaderas.


Título Original: True Lies
Año: 1994
Dirección: James Cameron


Pareciera imposible hoy día hablar de héroes de acción sin evocar a Arnold Schwarzenegger. Películas como Terminator, Depredador, Conan y Commando son sinónimos de una época donde todo era espectacular y explosivo. Frases supercool, músculos por doquier y descamisados que podían sostener una metralleta sin que se les cayera la ceniza de su habano.
Nueva caras como Sam Worthtington, Jet Li o Jason Statham han ocupado la pantalla manteniendo con vida un género que extraña viejas glorias, ausentes hoy día precisamente por eso: la vejez.
Sin embargo Hollywood ha respondido a este llamado con películas como “Rocky Balboa”, “Die Hard 4.0”, “Rambo” y “The Expendables”. Más allá de un juicio sobre la calidad de estas cintas, el eterno “nunca habrá una igual que la primera”, el presente y el paso de los años, junto con las nuevas dosis de lógica y verosimilitud que han empapado tantos géneros como el de los cómics, acción y hasta los slashers; han convertido a estos films en materia para los nostálgicos y un revisitar de viejas filmografías.
En vista del regreso de Arnold este 2012 con “The Last Stand”, con gusto volví unos cuantos años atrás para ver una película que en mi opinión es la mejor despedida de este actor en los noventas: “True Lies”.
Tom, James y Arnold.
Dirigida por James Cameron, a quién todo le sale bien (al menos en la taquilla, varias pirañas estarán en desacuerdo y en lo personal “Avatar” no me enloquece más allá de su fotografía y diseño de arte) dirige este film que reúne todos los atributos del género, e inclusive le agrega una gran cuota de comedia bien ejecutada gracias a grandes actuaciones y desarrollo de la trama.
Quitando de lado las películas de Terminator, las cuales parecieran pensadas para Arnold y nadie más que Arnold, “Mentiras Verdaderas” podría ser su mejor performance en una cinta.
Interpretando a un espía encubierto que lleva una doble vida como un vendedor de computadoras con una familia que desconoce su verdadera profesión. Harry Tasker (Schwarzenegger) está tras la pista de un grupo terrorista que podría poner en jaque a la población con armas de destrucción masiva. Durante el desarrollo de la trama, nuestro protagonista  pone bajo vigilancia a su mujer, de quién sospecha lo está engañando con otro hombre y sobre el final ambos deberán trabajar juntos para detener esta amenaza.
Resumido así pareciera una tontería, y quizá lo sea, pero Cameron hace un excelente trabajo mezclando y elevando los ingredientes del género para construir lo que es puro entretenimiento.
Tom Arnold junto con Schwarzenegger conforman una dupla peligrosamente cómica, mientras que aquella chica llamada Jamie Lee Curtis, quien supo derrotar a Michael Myers en el año setenta y ocho, regresa como una madre convertida en heroína de forma excepcional.
Excelente dupla.
Aunque esta cinta es de mediados de los noventas, es sin lugar a dudas, el último gran papel de Arnold hasta su retiro político en el 2003. No perdamos tiempo en querer convertir esto en un clásico, o señalar lo irrisorio e inverosímil del mismo, sino dejarse capturar por esos primeros planos en los que con su mirada Arnold nos dice: “Acá estoy… y los voy a cagar a tiros.”
Recuerdo hace unos años, durante el estreno de la nueva película de “Rocky”, un muchacho bastante más joven, al saber que tenía intenciones de ir al cine a verla me dijo: “No podes ir a ver eso, te apuesto a que es una porquería”. A lo que contesté: “No me importa. Es Rocky”.
No me entendió, tampoco me esforcé en hacerme entender, pero para los que ya tenemos unos añitos, y el mundo no era un lugar digitalizado, el placer de ver a un tipo matar a veinte con un tenedor y un revolver de balas infinitas no tiene precio.
Los grande íconos del cine de acción están regresando, más como una despedida que un re inicio. El mundo los necesita una vez más, por la nostalgia de todas esas veces que dijimos “I’ll be back” frete a un espejo, o la vincha roja que llevábamos a la escuela y por hacernos creer eternos, fuertes, grandes e invencibles; mientras nuestros enemigos volaban por los aires en espectaculares explosiones, a nosotros apenas se nos despeinaba el jopo.

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