viernes, 29 de junio de 2012

La llamada de Cthulhu


Título original: The call of Cthulhu
Año: 2005
Dirección: Andrew Leman


A mí entender, no existe nada más misericordioso en el mundo, que la incapacidad del cerebro humano de relacionar todos sus contenidos. Vivimos en una tranquila isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue establecido que pudiéramos llegar muy lejos. Hasta el momento, las ciencias, cada una orientada en su propia dirección, han causado poco daño; pero algún día, la reconstrucción de conocimientos dispersos dará a conocer tan terribles panorámicas de la realidad, y de lo terrorífico del lugar que ocupamos en ella, que solo podremos enloquecer como consecuencia de la revelación, o huir de la mortífera luz hacia la paz y la seguridad de una nueva era de tinieblas.
H.P. Lovecraft

Con un universo de seres ancestrales y poderosos que van desde lo profundo de los océanos hasta lo vasto del mundo onírico, habría material de sobra para que una producción a gran escala tuviera lugar en los pasillos de Hollywood, sin embargo, esto aún no ha sucedido. Podríamos detenernos a tratar de encontrar un porqué a este asunto, pero resulta más probable que la respuesta resida en que los “mitos lovecraftianos” así como su panteón de seres extraordinarios aún no haya alcanzado la popularidad que el mundo del cine consideraría “rentable”. Son muchos los fanáticos de este escritor, pero a diferencia de otros títulos llevados a la pantalla grande como “Harry Potter” y la saga “Crepúsculo”, los cuentos de Howard Phillips nunca se han convertido en una moda.
Cthulhu Superstar.
Incluso si nos ponemos a pensar sobre cómo sería una superproducción de uno de sus relatos, podríamos suponer que introduciría argumentos narrativos y personajes ajenos a los mitos para poder rellenar los espacios que dejan (ya que los cuentos de Lovecraft son muy breves en su mayoría) y, al mismo tiempo, buscar apelar a un público en general. Tampoco sería descabellado pensar en una fusión entre dos o más de sus relatos como “La sombra sobre Innsmouth” y “La llamada de Cthulhu” por mencionar los más populares.
Hasta la fecha, el “director lovecraftiano” por reiteración es Stuart Gordon. Con films como “Dagon”, “Castillo Maldito” y “Re-Animator”, siendo esta última la más reconocida por haberse convertido en una perlita del cine de terror de los ochentas. Aunque ninguna ha conseguido hacer justicia a los mitos, ni siquiera como un tributo al estilo de “En la boca del miedo” de John Carpenter.
En el 2005 aparece “La llamada de Cthulhu”, la única película de Andrew Leman en calidad de director. Lejos está de ser una gran producción, pero al mismo tiempo, es este factor lo que la vuelve la mejor cinta extraída de un relato de Lovecraft.
La decisión de hacer de esta una película muda en blanco y negro (que presenta sus diálogos con textos sobre placas negras) es quizás su decisión más acertada. Con movimientos y expresiones sobreactuadas como aquellos de la época insonora del cine, nos transporta a ese momento de la historia al mismo tiempo que logra captar la atmósfera y oscuridad del mundo de este escritor.
Las pretensiones de esta película no buscan exceder ni introducir o quitar nada del relato original. Hasta podríamos decir que estamos frente a una de las reproducciones más sinceras y fidedignas que se encuentran en la traslación de la literatura al cine. Sin rellenar esos espacios (que supusimos anteriormente podría necesitar una producción hollywoodense), razón por la cual su duración no llega siquiera a los sesenta minutos.
El gran Cthulhu regresará algún día.
Considero muy probable que el futuro nos presente una “superproducción lovecraftiana” con grandes y brillantes seres generados por computadoras que inviten a llenar las salas de todo el mundo; pero al mismo tiempo, dudo que ese mismo futuro nos traiga un esfuerzo artístico tan simple y honesto como lo es este film.
Quizás ese Howard Phillips exuberante, maquillado y repleto de efectos especiales que a muchos nos gustaría ver, no sería más que otra gran decepción para los fanáticos de este escritor.
Al fin de cuentas, quizás sea mejor que Hollywood no se meta.

jueves, 28 de junio de 2012

Mortal Kombat (De los videojuegos al cine. Parte 1)


Título original: Mortal Kombat
Año: 1995
Dirección: Paul W. S. Anderson


La historia de los “juegos de lucha” ha tenido varios hitos o momentos de quiebre que han marcado un antes y un después en cuanto a historia, personajes, gráficos y  ”jugabilidad” se refiere. Son muchos los títulos que se presentan en la mente de un gamer al repasar dicho género pero, inevitablemente, hay dos que no pueden ser excluidos: “Street Fighter 2” y “Mortal Kombat”.
Corría el año 1992 cuando la compañía Midway inundaba los salones de juegos con su más reciente lanzamiento, que no solo incluía gráficos “reales” extraídos de la técnica stop motion (cosa que ya había sucedido en ocasiones anteriores como “Pit Fighter” de Atari, que lejos se encuentra de alcanzar un status de tal magnitud como MK) sino que contaba con una fluidez e innovación en cuanto a su “jugabilidad” (desde los golpes altos y bajos, hasta la incorporación de un botón único para bloquear los ataques de tu oponente)  y sus reconocidas “fatalities” que se han incorporado en el inconsciente colectivo inclusive de aquellos que no son fanáticos del género.
Rayden, Liu Kang, Kitana, Sonya y Johnny Cage.
Vale aclarar que cuando se habla de “jugabilidad” hacemos referencia a la respuesta de sus comandos y acciones en tiempo real, y la dinámica que esto le aporta al juego en cuanto a la reacción de los personajes se refiere. Algo que falló rotundamente en su traslación al portátil Gameboy Classic y la tardía respuesta que presentaba el control de sus luchadores.
Centrándonos en la adaptación al cine de este clásico que vio la luz en el año 1995, la pregunta que todos deberíamos hacernos es: ¿Qué podemos esperar de una película basada en un juego de peleas? La respuesta es bastante simple si nos reducimos a la base: acción.
Uno no va en busca de grandes planteos filosóficos, tramas rebuscadas o vueltas de tuerca inesperadas; uno va en busca de piñas y patadas, y en ese sentido, este film no decepciona, aunque lejos está de ser una pieza memorable más allá de lo que menciona el título de esta nota: una adaptación de un videojuego.
Paul W. S. Anderson ha demostrado ser un habitué de este género, que poco aporta a la historia del cine por las propias limitaciones que este presenta. Su futuro trajo otras adaptaciones como “Resident Evil” (un clásico de los survival horror) y “Alien vs Predator” (extraído de los comics). Ambas con varias opiniones encontradas.
“Mortal Kombat” se ha mantenido estable todo este tiempo ya que sus pretensiones nunca se extralimitaron. Los personajes son fieles al videojuego (a excepción de algunos casos como el de “Scoprion” y “Sub Zero” cuya historia podría ser una película en sí; probablemente nos hubiese desviado de la trama principal del torneo) sin buscar introducir argumentos narrativos innecesarios ni una sobredosis de personajes que opaquen el desarrollo de los principales (aunque hay incursiones de algunos de MK2).
Sus actuaciones no son destacables, pero tampoco resultan insoportables. El gran problema de esta cinta reside en que no ha logrado “envejecer” bien. Los avances visuales han dado pasos agigantados desde entonces y hoy en día el esplendor e innovación que mostraban en el año 1995 lejos está de impresionarnos. Cuando se rodó este film, el CGI (Computer Generated Imagery) no era la moneda frecuente. Aunque debemos respetar sus decorados, diseños y “faceta artesanal” que no se reduce a un fondo computarizado sobre una pantalla verde. Probablemente el “Príncipe Goro” sea uno de los últimos grandes personajes animatrónicos del cine.
GET OVER HERE!!!
O te muerde la viborita.
Otro punto fuerte del film es su banda sonora, que acompañaba de forma soberbia el clima del mismo en un momento donde la música electrónica aún gateaba cuando la comparamos con la actualidad.
En síntesis, “Mortal Kombat” sigue siendo una película entretenida, sin embargo el paso de los años la han desplazado a un lugar donde solo los fanáticos de la franquicia sabrán apreciarla como es debido, y siempre nos remontará a un momento de transición en la historia del cine donde lo escenográfico y “casero” aún no habían sido desplazados por los universos digitales de hoy en día. 

lunes, 25 de junio de 2012

Prometeo


Título original: Prometheus
Año: 2012
Dirección: Ridley Scott


El regreso de Ridley Scott al género de la ciencia ficción hace su entrada por la puerta grande, pero dejándola abierta a nuevas secuelas que reafirmen la conexión entre el clásico de 1979 más allá de su estética “Gigeriana”.
La historia transcurre a fines de este siglo, donde la tecnología y los viajes espaciales nos permiten llegar a lo que aparentemente sería la fuente de nuestro origen. Pinturas en cavernas con miles de años de antigüedad, separadas geográfica y culturalmente, muestran figuras humanoides de grandes proporciones a quienes en el film llaman “ingenieros”. Serían estos los responsables de nuestro origen, sin embargo no hay respuesta al porqué o con qué fin nos crearon, y son estas preguntas las que los tripulantes de la nave “Prometeo” se disponen a responder.
Se te extrañaba por el barrio de la Ciencia-ficción.
En la mitología griega es este dios quien roba el fuego a Zeus y simpatiza con los humanos, y de alguna forma podríamos imaginar que nuestros progenitores compartirían cierto grado de afecto para con sus hijos, sin embargo no es este el caso, asemejándose más a dioses caprichosos e inestables como aquellos de los mitos.
Cuando una película plantea preguntas tan complejas inevitablemente invita a la reflexión, pero también tratándose de la premisa principal de la trama, el descubrir, el responder, el saber algo que nos parece inalcanzable, necesariamente hay dos caminos a tomar: contestar o dejar al espectador completar esa respuesta.  Scott opta por la segunda opción, lo cual es totalmente válido y poco riesgoso al mismo tiempo. Probablemente esto también ayude a no generar un cierre a lo que podría ser una nueva franquicia (no como el caso de la “Misión a Marte” de Brian de Palma) y muchas de estas respuestas tengan un mayor desarrollo a futuro más allá del “es lo que yo elijo creer”.
“Prometheus” es visualmente fantástica. Los efectos visuales de vanguardia y la constante atmósfera “alienígena”, sus diseños de vestuario, paletas de colores y escenografía están soberbiamente ejecutados siendo un constante deleite para los ojos del espectador. Todo tiene un halo épico e impresionante, pero no obstante plantea sus fallas. De a momentos pareciera que para una película de estas proporciones y que se toma a sí misma muy en serio, deja descuidados varios detalles que le restan verosimilitud y dejan caer un telón hollywoodense innecesario.
La ciencia ficción, a diferencia de la fantasía, está sujeta a ciertas reglas que, en caso contrario, deben ser planteadas de antemano o al menos dadas a entender. Para lo que sería la expedición más importante de la humanidad, el plantel de científicos parece no respetar procedimientos básicos y tomar decisiones toscas y apresuradas que no pueden ser pasadas por alto con tanta facilidad, dando de a momentos preponderancia a la acción y “semi gore” que conllevan las cintas de “terror espacial”. Y teniendo estos roles científicos un papel importante en la cinta, es necesario evitar estos deslices, como si una película de karate tuviera por protagonista a un ninja que no consigue que su pierna sobrepase su cintura en cada patada.
¿Les resulta familiar?
De todas formas obviamos estas grietas de forma consciente, ya que el paquete en sí es mucho más estable en su conjunto que el desmenuzar sus pequeñas (y no tan pequeñas) carencias de coherencia. Lo introspectivo y filosófico  es dejado de lado de a momentos para que el podio sea ocupado por lo quirúrgico, explosivo y “lovecraftiano”.
Ridley Scott hace un digno regreso de la ciencia ficción, demostrando que más allá de lo “inestable” de su filmografía, es un excelente artesano del género. Aunque en este caso sus personajes no consigan la empatía que generaban los tripulantes de la vieja “Nostromo”.
“Prometheus” es una buena película, pero no en vano “Alien” sigue manteniéndose intachable a más de treinta años de su estreno. Todo gigante tiene siempre sus puntos débiles. Habrá que esperar la “versión del director”.