miércoles, 5 de septiembre de 2012

Cuentos de Terramar.

Título original: Gedo Senki
Año: 2006
Estudio: Ghibli



Estudio Ghibli es, sin lugar a dudas, el peso pesado de la animación japonesa. Haciendo énfasis  en temáticas donde la naturaleza y la armonía juegan un papel tan preponderante como la acción. Dibujos que no son “dibujitos” e inclusive apelan a un público más adolescente y adulto. Soberbios largometrajes como “Nausicaa del valle del viento”, “La princesa Mononoke” o “El viaje de Chihiro”, son algunos de los manifiestos que demuestran que este estudio alcanza una estratósfera a la altura de Disney o Pixar.
En estos mundos de fantasía hay un nombre que sobresale como sinónimo de calidad y buen gusto: Hayao Miyazaki, quién hacía ya varios años había manifestado un interés por llevar al mundo de la animación una adaptación de los clásicos de Ursula K. Leguin: “Los Cuentos de Terramar”.
Pareciera que esta plataforma (el cine de animación) sería el ideal para poder plasmar y transmitir la magia de estos archipiélagos repletos de misterios, guerreros, magos y dragones. Aunque la autora de estos libros no mostró un interés inicial en el proyecto, finalmente accedió tras ver “Mi vecino Totoro” y descubrir esa magia detrás de los films de Miyazaki. Sin embargo el proyecto no fue dirigido directamente por él (aunque se suponía el propio Miyazaki seguiría el emprendimiento de cerca y responsable de dar el visto bueno), en cambio el film se convirtió en la ópera prima de su hijo: Goro Miyazaki.
Esto despertó dudas en la autora, aunque la reputación de Ghibli habla por sí sola, y parecía poco probable que el resultado no fuese satisfactorio.
Visualmente genial.
En el 2006 se estrena “Cuentos de Terramar” con muchísimas opiniones encontradas y, en síntesis, bastante negativas para la expectativa que se había generado.
Sin lugar a dudas esta cinta ES una cinta de los estudios Ghibli, con sus espectaculares escenarios, paletas de colores y placer visual que lo convierten en una experiencia sumamente grata. Aunque no solamente es el aspecto visual el importante, sino también sus personajes, sus motivaciones, argumentos y demás engranajes que pueden elevar una maquinaria al estatus de “clásico” como nos tiene acostumbrados Miyazaki padre.
Aunque los nombres nos son familiares, sus personalidades e historia difieren enormemente de aquellos de los libros. Por supuesto uno nunca espera una exactitud absoluta en la traslación de la literatura al cine, ya sea porque son dos medios de expresión diferentes con sus propias reglas y formas o sencillamente podría ser a veces culpa de un mal guionista que nos otorgue una adaptación mediocre al no poder capturar la magia inicial de los libros. Pareciera que es la segunda opción la responsable aquí de la falta de encanto del film más allá de su faceta visual.
Los personajes nunca terminan de cerrar. Sus disparadores y formas poco tienen que ver con los de la literatura, e inclusive no llegan a funcionar dentro de su propio cosmos y todo termina siendo una gran experiencia con gusto a poco. Aunque el film trata de plasmar esa simple sinceridad y frontalidad que difiere de la minuciosidad “tolkeniana”, sus aristas están sin pulir y la narración se pierde de a momentos llevándonos de un lugar a otro sin saber a veces como llegamos allí.
Al titular la película bajo el nombre de esta saga fantástica pareciera no más que un ardid publicitario para apelar a los seguidores de la autora. Lo cual nos hace preguntarnos qué necesidad habría de adaptar una novela sin intenciones de respetar la misma, cuando Estudio Ghibli desde su propio imaginativo nos ha ofrecido piezas más que memorables.
No quiero transmitir con esto que se trata de una “mala” película, ni tampoco es una cinta recomendable para los fanáticos de la acción (quizás sea esta preponderancia a la introspección uno de los pocos factores que se busca respetar de los libros), pero inclusive eso pareciera contradecirse dentro del film de a momentos.
Gavilán.
Es una pena que Hayao Miyazaki no haya tenido una preocupación más activa por este proyecto que termina por decepcionar a los fanáticos de Ursula K. Leguin y tampoco consigue alcanzar la magnificencia de una animación de Estudio Ghibli más allá de su espectacularidad visual a la cual ya nos tenían más que acostumbrados.
Recomiendo antes que nada leer las historias de Terramar, son cinco libros imprescindibles para los fanáticos del género. Para muchos “En la costa más lejana” (el tercero de la saga)  es el mejor y, sin lugar a dudas, el más popular; aunque en mi opinión personal ese calificativo se disputa con el segundo titulado: “Las tumbas de Athuan”.
Una película difícil de recomendar, aunque eso no significa que no valga la pena dedicarle una mirada. O mejor dicho, en palabras de la propia autora cuando el director le preguntó si le había gustado la cinta: “Si. No es mi libro. Es tú película. Es una buena película”.

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