lunes, 1 de octubre de 2012

Akira.

Título Original: Akira.
Año: 1988
Dirección: Katsuhiro Otomo



Si les interesa el manga y el animé, o sienten un gusto por la animación en general, sin lugar a dudas habrán escuchado alguna vez el nombre “Akira” o recordarán haber visto en la web o algún otro medio, la imagen de un muchacho de chaqueta roja junto a una motocicleta futurista del mismo color.
El alcance está película ha traspasado fronteras y de alguna forma su título “nos suena” (sin mencionar a Kurosawa), pero no todos la han visto.
Tetsuo.
La premisa de Akira se basa en que los humanos contamos con una energía interior que en mayor medida “duerme” dentro de nosotros y es esta energía la que nos conecta con el resto del universo. Resumido a su raíz no parecería nada que no hayamos escuchado antes, una especie de apología de un Nirvana o Satori, pero a diferencia de estos conceptos de iluminación, este “depertar” está condicionado por las emociones humanas y su uso puede ser tan frágil como destructivo.
Tetsuo es el menor de una banda de motoqueros a quién siempre lo toman por el más débil o incapaz. Aunque querido por sus compañeros, un sentimiento de rechazo e impotencia lo acompaña y una vez que, por accidente, consigue “despertar” busca cobrar su venganza con el mundo sin comprender realmente lo que sucede o los límites a los que podría llevar este poder sin ser consumido por él.
La ciudad de “Neo-Tokyo”(donde transcurre la historia) es una cosmopolita cyberpunk soberbiamente lograda. Gigante con sus recovecos iluminados por los neones de las super corporaciones, mientras reina un caos urbano y los jóvenes atraviesan las calles oscuras en sus motos hacia un futuro decadente y desordenado.
La historia es sumamente sólida y en parte se debe a la agilidad de su narrativa y el desarrollo que tiene sus personajes. No hay mucho trasfondo ni demasiado, dándole a sus protagonistas la dosis justa y necesaria sin llegar nunca a cansarnos.
Neo-Tokyo.
Sin embargo uno de los puntos más memorables de Akira son sus colores, escenarios y la calidad de su animación.
Visualmente Akira es simplemente espectacular, inclusive para los estandartes de hoy en día. Las luces y colores de Neo-Tokyo valen la pena por sí solos así como los movimientos de sus personajes y esas escenas llenas de velocidad que denotan lo minucioso y pulido de cada uno de sus cuadros.
Se podría decir que su estética deja en claro que este film tiene algunos años ya, pero al mismo tiempo, esto es un documento de lo que es una animación de calidad que buscó ser grande desde el primer día y ha comprobado ser algo gigante que se mantiene vigente casi treinta y cinco años después de su estreno.
Algunos de los que gustan abuchear a los 80’s, podrán presentar una queja en cuanto a lo “ochentoso” de su banda sonora, pero no olvidemos que este film vio la luz en 1988 y su música no solamente reafirma la postal de una época sino que acompaña la cinta de forma soberbia dándole un cierre a todos sus componentes.
Lo primero que pienso cuando recuerdo Akira son las palabras “calidad” y “trabajo”. Una obra que deja en claro lo que es “animación de primera de clase” y la cantidad de tiempo y esfuerzo que han puesto en él.
Todos deberíamos ver Akira al menos una vez. No por casualidad sigue siendo un clásico hasta la fecha y no me sorprendería que siguiera siendo excelente de aquí a treinta y cinco años más.

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